La mayor churrascada de Galicia dio de comer a miles de personas en Mazaricos
mazaricos | Ocho terneros a la parrilla. O 1.700 kilos de carne en el plato. Eso fue lo que devoraron y agotaron ayer más de dos mil personas que, atraídas por un inconfundible olor a parrillada campestre, asistieron a la mayor churrascada de Galicia; la madre de todos y cuantos asados se hacen más aquí del Padornelo. ¿Dónde se sirvió semejante comilona? Como es tradición, la zona cero de la carne a la brasa estuvo localizada en el municipio coruñés de Mazaricos, concretamente en el embalse de A Fervenza.
Con preguntarle a los lugareños, a uno le quedaba claro que un banquete gigantesco con los «becerriños» como protagonistas sólo podría celebrarse en un municipio como éste. Y los argumentos los aportaba cualquier paisano: «En Mazaricos críanse os becerros todo o ano, así que non hai cousa mellor que comer os animais criados nos nosos prados», decían. Lógica aplastante: del campo al plato.
En su jugo
Precisamente, de esta cuestión hablaban ayer al mediodía o «á volta das doce», como se oye habitualmente en Mazaricos, los once sufridos parrilleros de A Fervenza. Mientras armaban el zafarrancho, sus ojos y los de todos los que les ayudaban se iban a una carne que, con sólo echarla en la parrilla, soltaba ese jugo que la vuelve deliciosa e irresistible. Sin escatimar elogios a la vianda reina, y bajo la batuta de José Ponte, poco después comenzaron a dejar caer ese manjar sobre la parrilla en la singular isla del río Xallas que, por cierto, en invierno desaparece bajo las aguas.
Tras hacer las brasas, la carne con marcas de hierro comenzó a dejarse ver. Sin duda, la de Mazaricos es una de esas celebraciones en las que el personal «come cos ollos». No es para menos. Al mediodía, los congregados, sobre todo niños, soltaban expresiones de todo tipo al ver, en un mismo plato, un kilo de carne listo para ser engullido. Y es que, en Mazaricos, la cuestión y el desafío está en zamparse esa cantidad por un precio de diez euros que, encima, le da a uno pasaporte para llevarse una cerámica de Buño a su casa.
Las afluencia agotó los 1.700 kilos de carne y muchos se vieron obligados a compartir el plato. Pero hubo excepciones. Cuando la música comenzaba a despedir una fiesta que ha durado tres días (previamente a la churrascada se hizo una comilona con 400 kilos de pollo), la historia de un hombre de Dumbría iba de boca en boca entre los mazaricanos: se había comido dos kilos de carne.
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